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Metáfora de la bestia

  Sigues aquí, como a la espera, cosechando decepciones en cada esquina. Y sigues aquí, como escondida, llena de miedos, ilusiones, expectativas. Te quedás ahí, inmóvil y muda, erguida ante un No que no te apabulla. Continúas estando, tú crees que no, pero me pides tanto… Vete, lo dije al principio: aquí no hay rosa, maldición o espejo, pero sí una bestia rondando en torreones, vagando en pasillos densos de soledad. Vete ahora, aún no es tarde, el jardín salvaje te va a devorar… Y si lo atraviesas (maltrecha y herida), no habrá bienvenida, solo oscuridad. Vete. Puede que sea bella la idea que te haces, de la luz filtrándose entre enredaderas por el ventanal, pero eso no es magia, solo es un segundo que no durará. Vete, es mi última advertencia:  cierra la puerta, olvida el camino y no te des vuelta, así escuches el grito del corazón roto de la bestia.

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