Lo que se va, lo que crece
Retiro otra capa de piel, quedo en carne viva. Nada
más hay aquí para mí, así que me voy, esperando conquistar estrellas, miedos,
sueños... Descubro este paisaje helado, hermoso en su invernal desolación, donde
la vida hiberna. Me quedaré aquí y haré fértil la tierra.
Es duro ir soltando viejos miedos, cargas y
responsabilidades autoimpuestas, antiguas ilusiones de fracaso, de lo que creo
que los otros esperan de mí, de sentirse inadecuado, inoportuno, insuficiente;
todo debe quedar atrás, lejos, mientras limpio este desastre escombro a
escombro.
Un fragmento iluminado, un palpitar cálido. Lo tomo
en mi mano y soplo el rescoldo: brilla y enciende una tímida llama, la guardo
en un rincón y continúo en mi empeño... Ahora hay una hoguera. Me envuelve esta
emoción, me arrastra y,
sin embargo,
el miedo persiste ¿Qué significa enamorarse cuando todo está hecho polvo y
cenizas? ¿Qué, cuando la incertidumbre y el vacío es la constante? ¿De qué se alimenta
este fuego si aquí no hay aire?
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